Hace muchos años que corro. He competido infinidad de veces con resultados diversos... La idea es compartir las experiencias de los entrenamientos y las crónicas de las carreras...
viernes, 7 de noviembre de 2014
corriendo solo
Recuerdo haber leído hace un tiempo una frase que me genero algunos interrogantes. En la novela, el protagonista recibía de manos del chofer de una limusina el número telefónico de Dios. Este le decía que podía hablarle, y que le contara lo que quisiese, que Dios nunca se aburría y tampoco se burlaba.
La obra tiene ya unos años, y en ningún momento hacia referencia a una respuesta del otro lado de la línea.
En definitiva, supongo, todo se trata de creer o no hacerlo. Si uno cree, se podría decir que tenemos todos el numero de Dios. Basta con un rezo o una confesión profunda para que seguramente esas palabras sinceras sean escuchadas por el destinatario. Claro que eso es un acto de fe, porque que yo sepa, Dios nunca ha hablado con las mismas palabras que usamos los hombres. Lo ha hecho si a través de alegorías o mensajes y muchísimas manifestaciones más que no vienen al caso. Tal vez se ha comunicado con algunos hombres santos, pero no hay pruebas de que haya sido realmente así.
Lo que motiva mi reflexión, es que si supiésemos que Dios esta con un auricular al otro lado del teléfono. ¿Qué le diríamos?
¿Preguntaríamos por nuestro futuro? Uno de los grandes interrogantes de la humanidad desde el principio de los tiempos.
¿Pediríamos perdón por nuestros pecados? ¿Confesaríamos alguna experiencia que nos haya tocado vivir? O simplemente agradeceríamos el don de la vida y todas las cosas buenas que nos suceden diariamente.
Porque no seria cuestión de dejar pasar el momento. Tal vez sean los minutos más importantes de todos los que nos haya tocado vivir. Deberían ser bien aprovechados.
Claro, ahora tendría que venir un remate al estilo, “Dios escucha siempre” o algo así. Pero yo no soy cura, ni quiero convencer a nadie de estar en paz con su conciencia. Cada cual sabrá lo que tiene que hacer.
Simplemente me limito a expresar un pensamiento que me genera sensaciones y preguntas.
¿Si hubiese una línea directa, sabríamos como comunicarnos?
Vivimos diariamente el trajín que supone una vida llena de obligaciones y compromisos. Todos tenemos en un modo u otro, constantemente alegrías, pesares y desazones. La vida nos exige un 100% de atención y dedicación para salir adelante.
¿Hay lugar para una vida espiritual?
Supongo que todo dependerá de nosotros mismos, de nuestra madurez, de nuestra conciencia y principalmente de nuestra fe.
De lo que si estoy seguro, por lo menos en mi caso, es que correr me predispone mentalmente a una mirada introspectiva. El hecho de cansarme y generar un esfuerzo aeróbico/muscular, siempre hace que pueda reflexionar sobre cosas cotidianas y a veces no tanto.
Ese rato solo conmigo mismo se ha hecho una necesidad que extraño cuando no lo tengo. Siempre hay tiempo para pensar durante un entrenamiento. No se si todos los seres humanos disponemos de esos minutos casi imprescindibles.
Pero tengo la convicción de que los corredores tenemos una gracia especial cuando entrenamos y aún más cuando competimos. La de poder acercar el corazón y el alma a nuestro creador, y les aseguro que no es poca cosa.
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