viernes, 5 de julio de 2013

Una cuestión de fe

En el encabezado de mi blog, aclaro que soy hombre de fe, católico. Nunca mas a pesar de tener mas de 150 entradas a este diario, hice ninguna reflexión sobre el tema. Hoy siento la necesidad de tratar de explicar con palabras algo que es un sentimiento que llevo en lo mas profundo de mi ser.
De todas maneras, siempre soy y seré respetuoso de los pensamiento de los demás. Jamás podría tratar de convencer a alguien de que piense o sienta lo mismo que siento yo.
No voy a negar, porque así lo creo, de que el espíritu santo obra a través de la personas, tengo experiencia personales que así lo demuestran.
Pero para que esto suceda uno tiene que estar con la predisposición adecuada, y tener la fe necesaria.
Desde hace mucho tiempo escucho hablar a distintos corredores de una sensación de bienestar o de relajación durante el momento del entrenamiento. Inclusive hay quien dice relacionarse con el paisaje y concentrarse en las manifestaciones de la naturaleza. Yo nunca he sentido esa paz interior al correr.
Es evidente de que no es lo mismo entrenar en una vereda de una avenida congestionada de transito, que hacerlo a orillas del mar, en un bosque o en la ladera de una montaña.
Me parece que el sentido de bienestar y paz interior tiene que ver con un tema de entorno y con el momento que transita nuestra vida personal.
Por eso creo que se puede experimentar la misma sensación sin hacer un ejercicio extremo.
Otros corredores acostumbran a correr con una música extremadamente fuerte como para concentrase solamente en lo que están escuchando. Indudablemente no tienen un espíritu competitivo, porque de esa manera se evaden de lo que el cuerpo les esta diciendo. La única forma de mejorar, es entrenar a conciencia.
Y eso significa estar concentrado en lo que se esta haciendo, respetando a rajatabla las indicaciones de un plan de entrenamiento confeccionado por algún entrenador competente. Estar concentrado, significa mirar el reloj, sentir la superficie donde se entrena y tener un completo conocimiento de cómo reacciona el organismo durante el esfuerzo.
En mi caso particular, siempre he sido un agradecido a Dios por tantos dones, pero fundamentalmente por darme la salud y la voluntad de hacer lo que me gusta. Pero, a lo largo de mi vida, y como es lógico, no he podido estar siempre con la predisposición que el entrenamiento competitivo requiere. La vida también es muchas otras cosas, familia, trabajo, responsabilidades. Por lo que uno alterna el running con las cosas diarias, y a veces no es fácil, o no se tiene la constancia necesaria.
Por eso, y desde hace ya muchos años, utilizo una “pequeña ayuda”, para entrenar. Cuando me siento que no tengo ganas, o que estoy cansado, inclusive con alguna lesión leve, mientras corro rezo el rosario. Yo se que aquel que no tenga en su vida un sentido de la religión, me dirá que es ridículo o inclusive patético.
Pero “creo” en pedirle a la Santísima Virgen que me cobije en su manto y me proteja. Siempre he creído en el poder de la oración, y aun en un estado de casi agotamiento, ese rezo casi repetitivo y a veces sin la necesaria meditación, se que llega a sus oídos y hace que la voluntad nunca decaiga y se mantenga firme la fe.
Tal vez, más de uno crea que soy egoísta en pedir por mí, y que es un pedido menor en relación a los graves problemas que atraviesa el mundo. Pero también se que el rezo es personal entre una madre y sus hijos, y que ella siempre intercederá por aquel que se lo pida.
En la foto: Meseret Defat campeona olimpica de 5000 mts en Atenas 2004, ofreciendo a la Virgen su triunfo.

No hay comentarios: