domingo, 22 de abril de 2007

Esta no es estrictamente una anécdota de carrera, pero forma parte de una serie de recuerdos que tienen que ver con mi vida de corredor. Fue en la temporada 81/82. En el verano que pasé en la ciudad de Necochea, por razones de trabajo. Yo había empezado una dieta muy rigurosa y rebajé mucho peso en muy poco tiempo. Tenía que realizar algún deporte y no encontraba ninguna actividad que me atrajera. Empecé a trotar… Al principio muy poco y con mucho esfuerzo, no mas de 15 o 20 minutos por día. A medida que transcurría el tiempo fui incrementando lógicamente la distancia y el ritmo. De ninguna manera me sentía un corredor, y creo que ni siquiera sabía que se realizaban competencias, por lo que lo de maratonista ni se me cruzaba por la mente. Fue en ese verano donde dos hechos me marcaron profundamente, y nunca se me olvidaron. Mis trotes eran por la arena, mientras disfrutaba de la playa a la que mi señora fue y es adicta .Me costaba muchísimo esfuerzo, pero lo tomaba como una distracción y ejercicio físico necesario. Uno de esos días vi corriendo a un hombre muy mayor, (de por lo menos 70 y pico), no puedo decir que realmente corría, tenia un trote suavecito, apenas mas que un paso de caminata, pero me impresionó. A mi realmente me resultaba muy difícil trotar. Pero este señor si sabía lo que hacia. Al mismo ritmo fue y volvió por la arena desde el centro hasta la escollera de Quequén, (8km mas o menos). Fue un impacto. Me dije a mi mismo que si él podía, yo con 24 años tenia que si o si poder también. El “viejito”, me mostró que correr dependía de nuestra fuerza de voluntad. Han pasado más de 20 años y todavía tengo grabado su rostro. A partir de ese día me propuse salir diariamente y no terminar el verano sin hacer la misma distancia, cosa que cumplí… La otra circunstancia, fue el ver pasar corredores compitiendo en una carrera de calle. Recuerdo que fue por absoluta casualidad, tuve que esperar en una bocacalle que pasaran los maratonistas, para poder cruzar. No sé qué expresión usar para graficar lo que sentí, pero literalmente el ritmo a que pasaron los punteros me sacudió, me parecían marcianos, no podía creer que ni siquiera estuvieran agitados. Me dije a mí mismo que tenía que intentarlo, que había que experimentar en carne propia esa sensación. Esa misma semana me acerqué a la pista de atletismo, y antes de fin de mes estaba entrenando con plan y entrenador…. Pero esa es otra historia.

No hay comentarios: